lunes, 7 de noviembre de 2016

PLAYA Y CENIZA



La caja negra del avión,
respiraba gloria,
el cielo viajaba a toda pastilla,
mis reglas rotas rodeadas en un callejón,
miraban a los ojos de un mi de 11 años.

Una vieja película en niebla,
de un remoto malecón,
de la playa olvidada de la guerra,
del sopor de una canción.

No lloré aunque quería,
no reí aunque fingiera.

La pensión de mis desdichas,
absorta voceaba a mi lado,
rebuscaba entre tragedias,
escondido  de la barbarie.

Acurrucado en un rincón,
con el corazón en la mano,
dije adiós a mi niñez,
rebusqué entre mi ropa quemada,
y sin más nada,
 me dispuse a saltar en vertical,
con la esperanza perdida de un amanecer iracundo.


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