Mary se despertó sobresaltada, estaba en un suelo sucio, de
baldosines antiguos, en una habitación cerrada, las paredes estaban pintadas de
un color rosa, pero de eso haría muchos años pues el color estaba envejecido,
una pequeña puerta de hierro con un gran cerrojo presidia la pequeña
habitación.
Nerviosa miro hacia los lados buscando al pequeño Robert,
pero en esa habitación solo estaba Mary, un par de sillas y un olor extraño a
viejo y malvado, no pudo aguantarse las ganas de llorar y comenzó a sollozar
fuertemente, se oyeron unos pasos en la otra parte de la puerta y una voz ronca
dijo, la puta ya esta despierta, vamos a ver lo que nos dice, un fuerte
chirrido al girar el cerrojo acompañado de un desagradable chirriar de bisagras
la luz inundó la estancia, una sombra
inmensa apareció al otro lado.
Aquel hombre era enorme, bueno si se le podía llamar hombre,
pues su rostro estaba desfigurado y una bobalicona sonrisa acompañaba todos sus
gestos, tenía la nariz torcida, los ojos muy juntos, eran de color negro
intenso, los dientes amarillos y podridos y unas orejas inmensas, su cara
estaba surcada por grandes cicatrices y sus manos eran como dos palas de
recoger nieve, sus pies estaban descalzos y llenos de pelos, roñosos y
ennegrecidos de andar descalzo, su barriga fue la primera en entrar en la
habitación pues era grande y prominente, aquel diablo, aquel ser horrendo la
miraba con incredulidad, mientras de su boca salían grandes cantidades de saliva,
que acababan en el sucio suelo.
Se acercó a Mary con su ruidoso caminar, la levanto del
suelo y pronunció unas palabras que Mary jamás podrá olvidar, buscas a tu
pequeñín vieja puta? Buscas al niño que venía contigo, jajajaja, sus carcajadas
resonaron por toda la habitación, ella estaba asustada, empequeñecida, temblaba
como una niña, lo miraba, no quería creer lo que estaba pasando, atada de las
muñecas se sentía paralizada indefensa.
De repente el enorme hombre desfigurado fue empujado hacia
un lado de la habitación y pego un sonoro golpe con su cabeza en la pared, y se
quedó mirando con un incredulidad, un hombre más pequeño pero vigoroso, había entrado
sin que nadie se diera cuenta y había empujado con fuerza al grandote hasta
derribarlo en el suelo, era un hombre alto, pero no tan alto como el otro, a
diferencia de su compañero tenía cierto encanto, era moreno, fornido y con ojos
negros que te penetraban hasta el alma, su cara estaba cubierta por una pequeña
barba, que le daba un toque varonil, tenía una risita irónica y miraba siempre
fijamente, su maldad era evidente desde el mismo momento que entró en la
habitación, se giró rápidamente y dirigió su mirada inquisidora hacía el
grandullón que aún se quejaba del fuerte golpe y casi gritando le dijo que se
levantara si no quería recibir más, el grandote dio un paso titubeante, se puso
en pie y con su voz grotesca dijo, perdona hermano, tenía que haber esperado
para entrar pero tenía ganas de ver esta zorra sufrir, su uso de la lengua y
sus gestos, dejaban ver que dentro de esa enorme cabezota no había mucho, algo
fallaba por la inmensidad de su cerebro, mas tarde descubriría su historia y
entendería todo.
Mary seguía en pie, mirando la escena, el guapo, que es como
empezaría a llamarlo, le dijo fríamente que nunca saldría de allí y que por
ahora podía estar tranquila pues su nieto estaba en la habitación contigua y
que por suerte aun seguía vivo pero que era algo que podía cambiar en cualquier
momento y que eso solo dependería de ella.
Bill se ajustó la pistola y subió al coche policial tenía
que seguir con los interrogatorios, él como buen profesional sabía que las primeras
24 horas eran cruciales para estos casos, posteriormente a estas primeras horas
la posibilidad de que aparecieran vivos se reducía drásticamente, salió rápidamente
del vehículo y puso sus pasos hacía el mercado de la ciudad, donde se reunía
una importante parte , sería más fácil reunir testimonios lo antes posible,
quería ganar tiempo, necesitaba ganar tiempo.
Jhon el hijo de Bill y Mary, apareció en ese justo instante,
su cara era un poema, era una mezcla de ganas de llorar y rabia intensa, era la
viva imagen de la desesperación, abrazó a su padre con toda su fuerza, Bill
intentó calmarlo, pero a estas alturas era tarea imposible, se miraron y juntos se dirigieron al mercado.
Entraron como un elefante en una cacharrería preguntando a
todo el mundo, la desesperación traen prisas innecesarias, hablaron con decenas
de personas, la mayoría no sabían nada o la habían visto el día anterior, solo
un testimonio captó su atención el de Rose Tarcen una mujer de unos 70 años,
muy activa muy conocida en el pueblo, muy enterada de todo, la típica maruja
del pueblo con el pelo blanco y el caminar activo de alguien que quiere saber,
que quiere enterarse de todo, les contó que vio a salir a Mary del colegio, con
Robert de la mano, arrancó el Lincoln y salió rápida por la carretera, pero
unos metros más adelante, una camioneta descolorida y vieja les había cortado
el paso, pero estaba muy lejos y no pudo ver la matricula, ni modelo ni pudo
dar detalles, las piernas de Bill temblaban esto no hacía más que certificar
sus malos pensamientos, algo muy peligroso le había pasado a su mujer y lo peor
de todo sus nieto inocente estaba con ella, el giro de acontecimientos se
estaba ensombreciendo, el miedo ya podía leerse en sus ojos su mujer y su nieto
estaban en peligro, tenía que pensar bien sus movimientos, porqué podían decidir
la vida de las personas que más quería , miró a su alrededor, cualquiera de los
presentes podía ser el raptor, cualquiera del pueblo era sospechoso, llegaría
al final de todo esto, vaya si lo haría.